El debate sobre la autenticidad

El debate sobre la autenticidad

Existe un debate sobre la mercantilización del patrimonio, incluido el del patrimonio turístico. La cultura y el patrimonio, en el marco del neoliberalismo y del turismo como primera industria global, está siendo utilizada como activo económico. Esto responde a la demanda de unos individuos deseosos de realizar este consumo cultural. Ahora bien, no solo hablaremos del consumo de lo auténtico sino que pondremos otros puntos de vista sobre esta noción.

El imaginario global sobre la tradición toma una actitud idealista que romantiza ciertos elementos que pertenecen a esa tradición. El miedo a la pérdida o la nostalgia puede conducirnos a buscar la autenticidad objetiva.  Sin entender este tipo de sentimientos como una reacción negativa al cambio que sucede, incluso pensando la emoción como un camino para conectarnos con el mundo como veremos más adelante (Le Breton, 2013); vamos a dar unas pinceladas sobre el debate de la autenticidad para dejar claro su significado en nuestro trabajo.

La autenticidad bajo una acción turística se vende como espectáculo inalterable de un pasado que ya no existe pues pasó, terminó. Es por tanto una especularización con elementos tradicionales que se despachan como imperturbados, creando un estereotipo ideal compartido. Nuestro pensamiento no defiende que se trate de un espectáculo únicamente para el turismo y que en el backstage se esconda “la verdadera autenticidad” (MacCannell 1999), sino que es bidireccional, que todos los  actores (locales, visitantes, instituciones, empresas privadas) hacen que se haya convertido en un recurso capitalizable.

 

Las modificaciones del tiempo

Pensamos que lo anterior puede ocurrir por la falta de asunción de las modificaciones del tiempo por parte de algunos colectivos, siendo utilizado este pensamiento para crear productos y acciones. Siguiendo a Marcos Arévalo:

“tradición e innovación son categorías que están unidas mecánicamente. Continuar sin renovar es sólo repetir, mientras que innovar, sin el soporte del pasado, de la experiencia vivencial, puede equivaler a hacer castillos en la arena. Cualquier cambio se produce sobre un fondo de continuidad y cualquier permanencia incorpora variaciones. La tradición no consiste en la reproducción, o el calco prístino, del supuesto patrón original” (Marcos Arévalo, 2004).

No existe una autenticidad objetiva

Todo esto de lo que hablamos se repite cuando el turista pretende encontrar en los recursos la autenticidad objetiva y/o cuando el local pretender vender parte de su tradición. Pero existen otras definiciones donde es la óptica que cada cual adopte la que forjará su visión de la autenticidad, no existe una regla universal con la que medir el nivel de autenticidad, p. “Post- modernism argues that there is no actual, genuine and objective reality and this notion links to the perspective of constructive and existential authenticity in a tourism resource” (Kim et al., 2019, p. 3). La autenticidad constructivista explica cómo cada individuo, desde su historia de vida, es el que discierne sobre la autenticidad de un objeto. La autenticidad existencial, igualmente centrándose en la óptica personal, pero sin prestar atención tanto al objeto como al individuo como elemento que expone la tradición.

Es interesante explicar que el individuo, a través de sus propias experiencias, construye una imagen propia de lo que significa para él la tradición y, con ella, la autenticidad porque se trata de  una visión particular que, en base a su cultura, realiza y da lugar a sentimientos concretos

Theoplacity

Belhassen (2008) trata de introducir un concepto que englobe las nociones de autenticidad existencial, autenticidad constructivista y autenticidad objetiva, bajo el nombre de theoplacity: ‘the elements of place, belief, action, and self, which exist in dialogue and which act together to produce the complex notion of authenticity’  (Belhassen, Caton, & Stewart, 2008, p. 669). Por tanto, la autenticidad será una encrucijada entre el valor cultural de las tradiciones y el juicio de los turistas, los locales y otros agentes implicados en procesos patrimoniales.

Acogiéndonos a todo lo aprendido por estos autores, debemos ver que aunque la imagen que creemos sobre autenticidad variará dependiendo de nuestra propia experiencia siempre hay un uso de la misma: en algunos casos será un activo económico, otras un elemento que se despertará en momentos interesantes (hot authentication (Kim et al., 2019)) para exponer una tradición o escenificación de la misma (performative authenticity (Kim et al., 2019)), otras una pieza de una estrategia política y, en ocasiones, una forma de agarrarse al pasado. No se pretende una visión funcionalista de la autenticidad, pero si despertar el manejo que hemos hecho de este término. 

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