Tradición y patrimonio gastronómico

13/04/2021

La tradición y el patrimonio gastronómico local

¿Qué actos son afectados por los productos que ingerimos? ¿Es la alimentación un hecho social total que permea el resto de circunstancias que nos rodean? Ciertamente, la alimentación “actúa como contrapunto de las manifestaciones sociales, tanto en sus aspectos concretos como en los simbólicos”, nos confirma Igor de Garine (2006:104).

Modificaciones a lo largo de la historia

Conocer los cambios que ha sufrido una población en sus hábitos alimentarios y en los rituales gastronómicos es importante para demostrar cual es la influencia de la expansión de la globalización y su llegada a todas las comarcas, hasta las más pequeñas, que ha basado su economía tradicionalmente en la actividad agroganadera. No solo esto, por supuesto, es lo interesante del análisis de la modificación de los hábitos culinarios. También nos interesa cómo la población local actúa ante estas modificaciones impulsadas desde fuera que llegan a su cocina, esto es: compra de nuevos productos, conocimiento sobre otras dietas, formación de eventos que reivindiquen su identidad local, nuevos procedimientos culinarios…

Los alimentos y la vinculación con el territorio juegan un papel muy importante a la hora de construir símbolos con los que se identifican las poblaciones locales.

El territorio y más factores

Además del territorio hay muchos otros factores que influyen en el comportamiento respecto a la comida: la edad, el contexto (festivo o rutinario), la posición social (económica, política, etc.), el género o la religión son algunos de ellos. Ser consciente de que los alimentos pueden ser símbolos de identidad es un suceso relevante y que, aunque no es reciente en el ámbito de la disciplina antropológica, es posible que a nivel comunitario haya cobrado más fuerza actualmente. Esto podría ocurrir porque los habitantes de un pueblo se sientan desvinculados de sus productos o de sus tradiciones culinarias y vean la necesidad de repensar su sistema alimentario. De esta forma, los productos los hacen más suyos, se fragua un intento de crear una relación directa entre sujetos, territorio y sus platos, que sea visible tanto desde el interior como desde el exterior. Vemos que la relevancia de que otros acepten esta relación se encuentra en seguir reproduciendo este proceso. Esta aceptación se afianza mediante la creación de eventos festivos, por ejemplo. “A través de [la fiesta y la comida] participan anfitriones e invitados, lugareños y forasteros” (González Turmo, 1997:167).

El valor de las fiestas

En las fiestas, en general, la comida es un agente importante para llevar a cabo la sociabilidad.  Cuando uno de estos eventos tiene una vinculación expresa con el territorio y la identidad se torna aún más relevante tanto el significado otorgado a la comida como las acciones que alrededor de ella suceden. Se trata de la necesidad de dar a conocer lo propio a los individuos locales y ajenos, de mostrar el sentimiento de satisfacción hacia los productos y tradiciones que se han creado en su territorio. Esto es, hacer pública la vinculación del sujeto local con el sistema alimentario y ecológico local –con toda la relación de simbolismos que estos productos conllevan: formas de empleo, recuperación de prácticas, etc.- Vincular este reclamo identitario con lo festivo conduce a que el objetivo de los habitantes se eleve más aún si es posible, pues en las fiestas todo se magnifica, quizá debido a esa pérdida de lo rutinario que se desea repetidamente.

Caso práctico

En el siguiente artículo del blog veremos una investigación llevada a cabo en Ibahernando sobre la práctica de la matanza, donde veremos representada la teoría de ahora. 

Marina Martínez

Antropóloga de la Alimentación

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